sábado, 11 de abril de 2009

Gerardo Estrada comenta sobre la arquitectura mexicana en la Expo 2010 Shanghái

El pasado viernes 3 de abril de 2009, Gerardo Estrada, presidente del jurado del Concurso nacional para el diseño del Pabellón de México en la Exposición Universal Shanghai [sic] 2010, publicó en el periódico El Universal el artículo Shangai [sic] y la arquitectura mexicana, en el cual expresa su opinión sobre los resultados del Concurso.

Más allá de los datos que incluyen el número de participantes, los integrantes del jurado y los arquitectos ganadores, y de algunas referencias a la importancia de la labor de los arquitectos, me llama la atención una frase que ilustra muy bien el enfoque del Gobierno Federal para la participación de México en exposiciones internacionales. Respecto del Pabellón de México en la Expo 2010 Shanghái, Gerardo Estrada escribió que “[…] aunque tendrá una vida efímera, deberá quedar en el paisaje de la memoria de sus visitantes como un recuerdo imborrable”.

La frase es ilustrativa porque asume de entrada que el Pabellón de México “tendrá una vida efímera” y porque lo vislumbra como un “recuerdo imborrable” que permanecerá “en el paisaje de la memoria de sus visitantes”. En mi opinión, esto refleja una visión de corto plazo y de abandono a la población de México, primero, porque la arquitectura y la museografía pueden trascender el tiempo y el espacio de una exposición internacional, y segundo, porque la participación puede beneficiar directamente tanto a los visitantes del pabellón, como a los pobladores de México que no acuden al recinto de la exposición.

¿Vida efímera?

La participación nacional puede extenderse más allá del tiempo y espacio en el que se desarrolla cada exposición internacional. 800px-Kiosko_morisco_de_la_Santa_María_la_Ribera Ejemplos al respecto son el Pabellón Morisco en Santa María la Ribera (Ciudad de México), que albergó la exhibición mexicana en la exposición internacional de 1884 en Nueva Orleans; la permanencia del Pabellón de México en la Expo’92 Sevilla; y la donación de parte del edificio principal del Pabellón de México en la Expo 2000 Hannover, para albergar la biblioteca de la Escuela Superior de Artes Visuales de Braunschweig, Alemania. 800px-Hbk_braunschweig_bibliothek

http://www.sic.gob.mx/galeria_imagen/475d70dbb6615castillo_3.jpgPero no solamente los edificios pueden permanecer: las piezas de malaquita que se exhiben en el Salón de Malaquitas del Castillo de Chapultepec, formaron parte del Pabellón de Rusia en la exposición internacional de 1851 en Londres; en tiempos más recientes, algunas secciones de las exhibiciones de México y Japón en la Expo’98 Lisboa se mostraron temporalmente en el Papalote Museo del Niño en la Ciudad de México.

Sin embargo, desde la participación de México en la Expo 2005 Aichi y la Expo 2008 Zaragoza el gobierno mexicano volvió al despilfarro y a la visión de corto plazo. La parte arquitectónica era difícilmente aprovechable porque las exhibiciones se montaron en edificios provistos por los organizadores, pero la museografía era reutilizable, y en ambos casos se desaprovechó la oportunidad de extender su mensaje en nuestro país o en el extranjero.

imageEsta recurrencia de lo efímero a altos costos nos remite al México de hace nueve décadas. En 1922, José Vasconcelos, entonces Ministro de Educación Pública, asistió a la inauguración del Pabellón de México en la exposición de Río de Janeiro. Al darse cuenta de que el Pabellón de México se diferenciaba de los demás por ser una construcción efímera y costosa, expresó:

[...] Este acierto de levantar una construcción permanente nos hace pensar con amargura en el pabellón mexicano, realmente bello -una linda casa colonial que todos elogian, pero hecha de yeso y con un costo superior al que hubiese alcanzado con cemento- [...] Sólo nosotros aparecemos derrochando. Los pueblos grandes cuidan los dineros públicos; los salvajes despilfarran.

La participación de México en la Expo 2010 Shanghái seguirá con esta tendencia de una presencia efímera. Eduardo Seldner, Comisario General de Sección de México en esta exposición internacional, me comentó que las leyes mexicanas vigentes no permiten que el Pabellón de México se done o tenga algún uso en China al finalizar el evento. Aparentemente, nuestras propias leyes nos condenan a lo efímero, y no hay talento ni creatividad al alcance que permita reutilizar los materiales como sucedió con parte del Pabellón de México en la Expo 2000 Hannover.

Como mencioné anteriormente, el problema no es sólo lo efímero, sino también lo costoso. Durante la inauguración del Pabellón de México en Río de Janeiro en 1922, José Vasconcelos fue testigo de una escena que se repite, casi en su totalidad, en nuestros días:

[...] a las seis todo el mundo se congregó en el Pabellón Mexicano; sus salones se vieron pletóricos [...] la bella arquitectura del coloniaje mexicano, comparable solamente a la portuguesa de la misma época [...] En la parte baja del lindo edificio, en los  salones y el patio descubierto, se bailaba. Nuestras músicas atronaban con sonoridades nativas; se repartían golosinas y refrescos, vino y champán. Se advertía el derroche un poco bárbaro de gobiernos que no tienen que rendir cuentas muy exactas del manejo de los fondos públicos.

El Pabellón de México en la pasada Expo 2008 Zaragoza tuvo un costo por visitante de $542.70 (costo total de la participación / número de visitantes). En contraste, el Pabellón de Japón, de las mismas dimensiones y características del de México, tuvo un costo por visitante de $166.15. Dicho de otra forma, el costo por visitante es lo que le cuesta al país participante atender a cada persona que entra a la exhibición del pabellón, y a los mexicanos nos costó más de tres veces lo que a los japoneses.

  Costo total Visitantes Costo por visitante
Japón (1) $179’442’000 1’080’000 $166.15
México $305’000’000 562’000 $542.70
(1) €12 millones a una tasa de cambio de $14.95 pesos por euro.

Auditoría Sueldos Aichi Hablando de fondos públicos y rendición de cuentas, en la Expo 2005 Aichi el Gobierno Federal no pudo explicar quiénes y cómo se gastaron, por ejemplo, casi $7 millones de pesos en recursos públicos en un sólo mes, nada más en sueldos del personal del Pabellón de México. Así, en los seis meses de operación del pabellón en la exposición internacional y durante su preparación y desmontaje, se pagaron cerca de $50 millones de pesos en sueldos y honorarios. En la Expo 2008 Zaragoza únicamente llegamos a saber que con un anteproyecto de presupuesto total de $260 millones de pesos, se previó un gasto de más de $70 millones de pesos en sueldos y honorarios, para los tres meses de operación, y el periodo de montaje y desmontaje. Sabemos también que al final no fueron $260 millones los que gastó el Gobierno de México, sino $305. Nuevamente, el Gobierno Federal no pudo dar cuentas del destino final de esos recursos ni de su correcto aprovechamiento. Solamente nos faltó “la bella arquitectura del coloniaje mexicano” para que se repitiera la descripción de José Vasconcelos.

Si el pronóstico de ProMéxico para el Pabellón de México en la Expo 2010 Shanghái se cumple, es decir, 1’000 visitantes por hora o 2’196’000 visitantes en los seis meses que estará abierta esta exposición internacional, el costo por visitante será de alrededor de $156.88. Esta cifra representaría un avance en términos de un mejor uso de recursos públicos, pero podría optimizarse si se concretara el uso de la arquitectura y la museografía más allá del espacio físico y temporal de la Expo 2010 Shanghái, y existiera una rendición de cuentas seria y bien documentada.

¿Recuerdo imborrable en los visitantes?

La participación de México en exposiciones internacionales se ha centrado normalmente en el mensaje que se transmite a los visitantes extranjeros. Con este enfoque se pretende que la población de México se beneficie indirectamente al mejorar la percepción de nuestro país entre quienes lo visitan, invierten en él, o compran nuestros productos y servicios. Sin embargo, se ha favorecido muy poco el beneficio directo, como pueden ser difundir entre los mexicanos el conocimiento que otros países exponen, construir canales de comunicación entre los visitantes extranjeros y la población de México que no puede asistir al recinto de la exposición internacional, o incluso, fomentar que personas de diferentes regiones del país se integren a la planta de empleados del Pabellón de México, tanto para que vivan la experiencia internacional como para que convivan con gente de otras zonas de su propio país. Las posibilidades son amplias, pero no se vislumbra la menor intención del Gobierno Federal para incluir a la población de México en la participación. Es emblemático que a pesar de las inmensas inversiones en recursos públicos del Gobierno de México desde 1851, y de una presencia importante en estos eventos, la gran mayoria de nuestra población no está al tanto de la existencia de las exposiciones internacionales.

Hoy en día, probablemente Canadá es el mejor ejemplo de un país que favorece más a su propia población, que a la del país anfitrión de las exposiciones internacionales en que participa. Mediante el programa Engaging Canadians (Vinculando a los canadienses) en la Expo 2005 Aichi, además de la exhibición que contenía su pabellón, el Gobierno de Canadá realizó intercambios virtuales, iniciativas regionales, nacionales e internacionales, y estudios de viabilidad para nuevos proyectos que involucraron a su población con la de Japón. Canadá es un buen ejemplo al respecto, pero es recomendable usar nuestra creatividad para crear nuestras propias soluciones.

El talento y creatividad que Gerardo Estrada vio en los arquitectos que participaron en el Concurso deberíamos exigirlos en los funcionarios del Gobierno de México que coordinarán nuestra presencia en la Expo 2010 Shanghái. ¿Qué queremos para los mexicanos? ¿Para qué le confiamos al Gobierno Federal parte de nuestros ingresos y nuestra parte de la venta de recursos como el petróleo? ¿Acaso para que un pabellón que nació efímero quede en la memoria de los visitantes chinos?

Tal vez ya vaya siendo hora de convertirnos realmente en los “campeones de las exposiciones internacionales” -como alguien llamó a México en la Expo 2008 Zaragoza-, y no por recibir premios, sino por retribuir directamente, y más en general, a la población de México.

Citas de José Vasconcelos:
López García, Juan. El arquitecto Carlos obregón Santacilia: La tradición arquitectónica mexicana [nacimiento, invención u renovación]. Universidad Politècnica de Catalunya. Barcelona, España. 2003. pp. 239, 245.

Imágenes:

Kiosko morisco: http://www.conservapedia.com
Salón de Malaquitas: Sistema de Información Cultural: Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec
Biblioteca de la Escuela Superior de Artes Visuales de Braunschweig: Wikipedia en Alemán
Inauguración del Pabellón de México en la Expo 2008 Zaragoza: Presidencia de la República, en Flickr
Pabellón de México en la exposición de Río de Janeiro de 1922: López García, Juan. El arquitecto Carlos obregón Santacilia: La tradición arquitectónica mexicana [nacimiento, invención u renovación]. Universidad Politècnica de Catalunya. Barcelona, España. 2003.